lunes, 12 de enero de 2015

EL PRIMER DÍA DE GUARDERÍA.






                             



Hemos elegido el centro que más nos convence, lo hemos visitados un par de veces, nos han explicado cuál es su método de adaptación y el día D ya tiene fecha. ¿Ansiosos, preocupados? El primer día de guardería no tiene por qué ser traumático si tomamos algunas medidas preventivas, como conocer de antemano cuáles pueden ser las posibles reacciones por ambas partes.
La reacción de vuestro hijo ante esta situación dependerá de su edad y su carácter. Antes de los diez meses, el bebé interioriza y acepta en seguida su nueva vida porque no es muy consciente de lo que ocurre, nos recuerdan los expertos. Sin embargo, a partir de esa edad, el niño evoluciona muy rápido, reconoce perfectamente a sus padres y, cuando los ve marcharse tras cruzar la puerta de la guarde, llora porque cree que no van a volver. Esta etapa, más delicada, suele durar hasta los 18 meses, cuando ya es capaz de entender que sus papis se van, pero regresarán.
Y es que el miedo a la separación, frecuente hasta los seis años y más agudo entre los dos y los tres, es un temor innato, de origen biológico, que forma parte del proceso evolutivo de todos los niños y les ayuda a madurar. Claro que una cosa es alejarse un poco para curiosear o jugar, y otra, bien distinta, quedarse con alguien a quien no conocen y en un lugar diferente a su casa y entorno habitual como puede ser la guardería.
¿De qué depende entonces de que todo trascurra lo mejor posible este primer día de guarde? En primer lugar, coinciden los especialistas, cuantos más factores desconocidos y más cambios introduzcamos, peor.  Conviene pues establecer en casa una rutina de horarios, sobre todo si acabamos de volver de las vacaciones, que tendrán continuidad una vez que el pequeño empiece la guardería: acostarse pronto, levantarse a una hora más temprana, comer siempre a la misma hora, ir al parque por la tarde, un baño antes de la cena y un cuento para irse a dormir, por ejemplo.
Si es posible, conviene, además, ir preparando el terreno con pequeñas separaciones graduales, como quedarse con los abuelos o alguna persona de confianza. Además, podéis visitar el centro juntos, conocer a la persona que le cuidará, jugar con él un ratito y contarle a qué habéis ido, siempre en positivo, aunque sin exagerar: nada de “no te preocupes, nadie te va a pegar ni a reñir”, sino “te lo vas a pasar fenomenal, vas a aprender muchas cosas nuevas y a hacer un montón de amigos”.

          

No hay comentarios:

Publicar un comentario